martes, 12 de enero de 2010

MANOLO MARTINEZ PARDO, LA VOZ

La voz de Manolo encantaba. O encandilaba.
Una voz para la radio, desde luego que sí. De las voces que hacen preguntarse al oyente, a quien está junto al receptor: ¿y cómo será?
Se lo imaginan, claro. Mayor, más joven, dicharachero, metódico, pausado, enfático, diligente, predispuesto, ágil...
Manolo era la voz, la voz de Radio Nacional de España, que un día se hizo rostro y habitó en las pantallas de Televisión Española en Canarias.
Una voz menos recia pero sí distinta. Esa peculiaridad vocal le hizo ganarse respeto y afectos hasta el final de su trayectoria profesional.
Por fortuna, nos quedan las grabaciones para recordar ese timbre singular.
Y nos quedan los recuerdos de un profesional enamorado de su trabajo, al que se entregó sin reservas allí donde lo desarrolló. La televisión le sedujo pero lo suyo era la radio, el estudio, la programación, la fonoteca...
Coincidimos en una etapa en Radio Nacional, después de su exitoso paso por "Los desayunos del Mencey" y la dirección de RadioCadena Española. Manolo nos acompañó la noche en que recibimos un premio periodístico y al día siguiente él mismo leía la noticia e introducía el programa distinguido. Lo hizo con la alegría de quien comparte un momento satisfactorio en el desempeño profesional.
Ni los criterios discrepantes que caracterizaron en contadas ocasiones nuestros respectivos cometidos en una etapa posterior mermaron el respeto mutuo. En cualquier caso, pese a las diferencias en cuanto territorialidad u oportunidad, siempre supimos distinguir la información de la opinión. Por eso seguimos manteniendo una excelente relación.
Manuel Martínez Pardo, siempre atento a la noticia, fue un profesional sensible con la conservación de testimonios. Era consciente de la inmediatez pero le encantaba guardar, clasificar y rescatar. Era feliz cuando alguien pedía o reclamaba un corte o fragmento de una entrevista o de un programa y se lo facilitaba casi al instante.
Sin exageraciones: la radio de Canarias se ha quedado sin una de sus voces principales. La suya ya es una voz para la historia del medio.
Descanse en paz.

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