sábado, 2 de enero de 2010

DESOLACION EN EL MISMO CENTRO

Primera entrada del año, primeras impresiones de un 2010 del que se espera, cuando menos, una cierta generosidad para superar obstáculos y reveses. Salud y suerte para todos.
Ejemplo: a la Nochevieja portuense le faltaba algo. La profusa iluminación de la ciudad tenía un contrapunto de oscuridad precisamente allí, en el mismo centro, allí donde convergen nativos y visitantes, pensamientos y sensibilidades, citas y desencuentros.

Plaza del Charco, cafetería-bar ‘Dinámico’, un nombre que es un clásico, que es historia en la vida cotidiana de la ciudad. Pero la dinámica -si se permite el retruécano- era negativa desde hacía varios días y el establecimiento permanecía cerrado. Por la noche, a oscuras, el aspecto era desolador.

Un conflicto laboral es determinante de aquella situación tan visible, por lo céntrico del lugar, por la confluencia del paso de cientos y miles de personas. Muchas, algo extrañadas e ignorantes, se detenían y preguntaban. Los trabajadores resisten como pueden. Colocan carteles y banderas sindicalistas, se concentran desde primeras horas de la mañana hasta que cae la noche. Hablan, saludan, explican, lloran… se relevan, matan las horas, aguardan. Quieren cobrar salarios adeudados. Sus representantes negocian, con la empresa, con el gobierno local, hasta el momento sin fruto. Es una obviedad aplastante señalar que la crisis se ceba con ellos.

Y así, el Puerto, siempre el Puerto, anduvo triste, oscuro, apagado en los alrededores de las mayores concentraciones festivas populares para despedir 2009 y recibir al nuevo año. A la falta de luz se unía el mobiliario recogido y una cinta blanquirroja que alguien acertó a colocar en postes y palmeras para impedir el paso al recinto. Lo dicho: un aspecto desolador, muy similar, por cierto, al que siguió cuando finalizó la anterior concesión, allá mediados los años ochenta del pasado siglo. Un aire fantasmagórico envolvió la Nochevieja portuense, al menos en un lugar tan céntrico y transitado.

Sin luz, sin ambiente, sin movimiento, sin consumidores… Esa era la realidad que condicionaba la noche y la madrugada de un Puerto de la Cruz que necesita de espacios públicos frecuentados, de calles animadas que reflejen el ir y venir de gentes que disfrutan y conviven, que curiosean y departen en un clima que agradecen.


Es curioso: cuando la reapertura del ‘Dinámico’, tras la finalización de las obras de remodelación de la plaza, algunos empresarios casi se lanzaron a degüello y criticaron abiertamente la teórica posición de ventaja con que quedaba la cafetería-bar frente a los establecimientos de los alrededores. Estos, no sólo han seguido funcionando y creciendo -especialmente con la ocupación de la vía pública- sino que tales circunstancias dan pie a que la gente pregunte cómo es posible que estén a tope durante muchas horas mientras el del centro ande con tantas dificultades que han terminado desembocando en un paro laboral. Por supuesto, de aquellos empresarios tan ‘sensibles’ nunca más se supo y en esta hora complicada, menos.

La huelga se prolonga, salvo que las negociaciones que se reanudan el próximo lunes fructifiquen en un acuerdo que ojalá no sea para alargar la agonía sino para proporcionar una cierta estabilidad que dependerá mucho de la voluntad política, de los términos de cumplimiento del pliego de condiciones cuando fue aprobada la concesión administrativa y de una fórmula que clarifique el futuro.

A nadie le interesa que el centro de la ciudad ofrezca esa realidad de empresarios a los que cuesta afrontar sus obligaciones, de trabajadores al borde de la desesperación pendientes de una luz en plena incertidumbre económico-laboral y de un espacio público tan visible abandonado a su suerte.

Es otra estampa del Puerto decadente que hay que levantar.

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